jueves, 26 de agosto de 2010

Lucha salarial y deliberación política

Dos hechos importantes se produjeron en el subte la semana que pasó. El Cuerpo de Delegados puso en marcha un plan de lucha por el salario y por el reconocimiento del sindicato del subte, que se concretó en una apertura de molinetes el jueves 19 y que estaba planteado seguir con un paro de tres horas a partir de las 19 horas del martes 24. Por otro lado, por iniciativa de delegados de la línea B y, días antes, por el activismo de su taller Rancagua, se ha abierto un debate por la base sobre la súbita adhesión del sindicato del subte a la CTA. El hilo conductor entre ambos hechos, es que los trabajadores del subte se rebelan, de hecho, contra la política -mordaza, llamada de la “paz social”, que pretende subordinar a los luchadores del subte al pacto Yasky-Moyano-Tomada.

Las medidas de acción resueltas fueron precipitadas por el hecho de que, ante el vencimiento del acta salarial de marzo, la burocracia de la UTA ha anunciado la inminencia de un nuevo acuerdo por un 7% de aumento sobre el 20% vigente desde entonces. En el subte se ha instalado el reclamo de un aumento que complete un 35%, todo al básico, más un 2% por año de antigüedad y llevar el viático a 40 pesos diarios.

Pero si algo irrita a los compañeros, es que sea la UTA la que se siente en la paritaria y rubrique las actas con la patronal y los funcionarios del gobierno, ignorando, una vez más, al legítimo sindicato reconocido por ellos, la AGTSyP. El plan de acción iniciado, tiene el contenido de quebrar esta situación de sumisión e impotencia impuesta desde hace nueve meses bajo la forma de unas actas de “paz social” y un “tutelaje” a cargo del Ministerio de Trabajo, que abonan las provocaciones sistemáticas de la empresa y otorgan prerrogativas sindicales a la patota de Fernández.

A nadie puede escapar, por otro lado, que esa política mordaza y de coexistencia con la burocracia de la UTA, respondió a un operativo político de la fracción Yasky de la CTA, orquestada con la gestión Tomada y presentada como un status superior al propio reconocimiento de la AGTSyP. Por eso, cuando la fracción yaskista del cuerpo de delegados precipitó, mediante una votación escuálida y eludiendo un debate en la base, el ingreso en la CTA, y, cuando a las pocas horas varios de sus miembros aparecen integrando la lista de Yasky para las internas de la CTA y entregando el padrón de afiliados de la AGTSyP a dicha lista, fue cartón lleno. Cuando este arrebato se consuma, los cabos sueltos se unen: la política del yaskismo en el subte forma parte de un operativo más vasto de neutralización de los luchadores del subte y subordinación al régimen K, mediante el puente del pacto Yasky-Moyano.

Una reacción debía producirse y cobró la forma de una resolución del taller Rancagua, impugnando la decisión del Cuerpo de Delegados respecto de la adhesión a la CTA y reclamando asambleas de bases para reverla. Y organizando además, delegaciones de compañeros del taller para difundirla en las otras líneas. Y luego, un plenario abierto de los delegados de la Línea B donde, en un intenso debate, imperó el mismo espíritu: se ha violado el método democrático asambleario, con el que los trabajadores del subte lograron sus mayores conquistas.

Dos vertientes, entonces, que confluyen en un nuevo ascenso de las luchas de los probados trabajadores de Metrovías. La Agrupación Trabajadores de Metrovías, que difundió masivamente, los últimos diez días, una declaración analizando los dos fenómenos, apoyó con todo el paro resuelto para el martes 24, llamó a garantizarlo a muerte y a realizar inmediatas asambleas que fijen los pasos posteriores. Como así también impulsa junto al taller Rancagua y la Línea B, la apertura de un gran debate en las bases, para revisar la resolución inconsulta sobre el ingreso a la CTA.

SV

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