jueves, 27 de noviembre de 2003

En subterráneos no hay marcha atrás

Los trabajadores de subterráneos están aplicando la jornada de 6 horas por insalubridad, en oposición a un dictamen de la jueza Lago que cuenta con el apoyo del Gobierno de la Ciudad y la directiva de Uta. El dictamen dispuso una prórroga de 30 días, en los que la empresa podría otorgar horas extras (que, dicho sea de paso, no son obligatorias), para recién después aplicar la jornada de 6 horas.
El Cuerpo de Delegados consideró que todos los plazos estaban largamente agotados. Por eso sus abogados apelaron la resolución judicial y los trabajadores abandonan sus puestos de trabajo a las 6 horas en punto, en todos los sectores afectados.
La patronal apeló en su momento la aplicación de la nueva jornada al Consejo Federal del Trabajo, con la intención de que durante su tratamiento en dicho organismo se siguiera trabajando 8 horas. Los trabajadores le salieron al cruce. Dos recursos de amparo de sendos delegados dieron lugar a dos medidas cautelares de la Justicia que obligan a la empresa a aplicar la jornada de 6 horas desde el momento en que salió la resolución del Gobierno de la Ciudad.
La patronal apeló estos amparos y el Cuerpo de Delegados es consciente de que cualquier marcha atrás de la Justicia en este punto significa la vuelta a la lucha.
Los trabajadores no van a aceptar de ninguna manera perder una conquista histórica que coronó más de tres años de duras luchas.
Hacia la Conferencia Sindical del Polo Obrero, una importante representación de trabajadores de los subterráneos de Buenos Aires llevará la experiencia de esta lucha.


Ch. P. y S. V.

jueves, 6 de noviembre de 2003

Se largó la jornada de seis horas


En los subterráneos de Buenos Aires se largó con la jornada de 6 horas, un triunfo histórico de los trabajadores.
El 31 de octubre venció el plazo para la aplicación de la nueva jornada horaria, tanto en términos de las resoluciones gubernamentales, como judiciales. Dos jueces rechazaron las apelaciones de la empresa contra la medida.
Cuando una nueva jueza otorgó otra prórroga a Metrovías para la implementación ÿlo que fue aceptado por la Policía de Trabajo de la Ciudad y por la directiva de la Utaÿ, el cuerpo de delegados consideró que todos los plazos estaban agotados, que la empresa se tomó más de dos semanas para empezar las mínimas medidas de contratación y entrenamiento de nuevo personal, y que los factores de insalubridad siguen actuando sobre los compañeros. Por eso, a partir del sábado 1°, en la totalidad de las líneas y talleres se empezó el cumplimiento de la reducción de la jornada.
Por supuesto que, en este cuadro de absoluta responsabilidad de la patronal, han comenzado los atrasos en el tráfico y otros problemas.
Es que la empresa se ha mostrado sospechosamente perezosa en la implementación del nuevo turno. Habría tomado 150 nuevos trabajadores, pero no han empezado a cumplir funciones. Hay mucho retraso en el entrenamiento de los nuevos conductores y guardas, que vienen principalmente de las boleterías. Algunas máquinas expendedoras de boletos han empezado a funcionar, haciendo pensar que la empresa reemplazaría boleteros. Así y todo, según el cuerpo de delegados un nuevo turno completo requeriría no menos de 400 nombramientos.
En los talleres, por ejemplo, no se incorporó personal, lo que habla de que no está previsto cubrir el mantenimiento para un turno más, lo que afectará la seguridad en los trenes, como ha sido denunciado por los delegados ante los organismos de control.
Toda la política patronal parece dirigirse a presionar por mayores ventajas, en materia de subsidios, aumento del boleto, etc. Tiempo atrás provocó un colapso del tráfico atribuido a las nuevas disposiciones y, hace 15 días el gobierno le aumentó el subsidio a Metrovías.
La empresa, además, provoca a los trabajadores; las promociones internas son arbitrarias, no se respeta la antigüedad y se ha excluido a los delegados y activistas reconocidos. La patronal mantiene su inveterada costumbre de no recibir al cuerpo de delegados, a pesar de ser éste la única autoridad gremial que reconocen los trabajadores.
El programa del cuerpo de delegados es: la aplicación de la insalubridad a las boleterías y los talleres excluidos (Bonifacio y Polvorín); apertura de la paritaria con inclusión de los paritarios del cuerpo de delegados para discutir categorías, dotación de talleres, modalidades de trabajo y otros puntos.


S.V. y C.B.

jueves, 25 de septiembre de 2003

Nueva capitulación de Ibarra

El miércoles 17, el gobierno de Ibarra promulgó una resolución por la cual autoriza, por 30 días, a que el personal de Metrovías trabaje 8 horas, cobrando como extras las dos que exceden a la jornada de 6 horas, que corresponde legalmente por trabajo insalubre, y que los trabajadores acaban de conquistar. En esos 30 días se debería adecuar el servicio a la nueva jornada de 6 horas.
El gobierno de Ibarra vuelve a actuar como agente de la patronal concesionaria, Roggio-Metrovías, porque la empresa en ningún momento acató la resolución 1105 de la Ciudad, que redujo la jornada. Es más, impugnó la medida ante el Consejo Federal del Trabajo y desconoció los dictámenes de dos jueces laborales y del subsecretario de Regulación y Fiscalización de la Ciudad, todos los cuales sostuvieron que la jornada de 6 horas está vigente.
Desde que salió aquella resolución, el viernes 12, los trabajadores adoptaron el nuevo horario de 6 horas. Como la empresa no tomó las medidas necesarias para organizar los nuevos horarios y la puesta en marcha de un nuevo turno, los servicios empezaron a atrasarse.
La nueva resolución del gobierno ibarrista no es una medida "sensata", consensuada entre las partes, para mejor ordenar el trabajo en los nuevos horarios, sino una nueva imposición del pulpo a Ibarra.
Ibarra ya había jugado un papel miserable en esta historia, cuando vetó, el año pasado, la ley de reducción de la jornada en los subtes, que había sido el remate de 10 años de lucha de los trabajadores (ver PO N° 817). A este "progresista" no le tembló la mano a la hora de presionar, e incluso sobornar, a un grupo de legisladores para cumplir con el mandato de los Roggio. Ahora, Kirchner e Ibarra tampoco reconocen la insalubridad estructural del trabajo subterráneo sino que esgrimen mediciones ambientales que la empresa podría disputar luego de introducir algunos cambios. La resolución de los trabajadores y su cuerpo de delegados de ir a la huelga general, en las vísperas de las elecciones del 24/9, obligó a Ibarra a buscar una solución de compromiso.
Los trabajadores han aceptado la nueva resolución y volvieron a trabajar 8 horas, bajo la condición de que se paguen dos extras y de que al cumplirse el día 30, todo el mundo se retira al terminar las 6 horas. Mucho antes, la patronal deberá dar señales claras de que se reestructuran los turnos, especialmente tomando 400 nuevos trabajadores. Una señal en este sentido se obtendrá cuando el lunes 22 la empresa deba fijar posición ante el juez interviniente que la ha citado, juntamente con la directiva de la Uta y el cuerpo de delegados.


S.V.

jueves, 18 de septiembre de 2003

Diez años de lucha

En 1994, los trabajadores del subte fueron derrotados por la política de Menem. De acuerdo al convenio del año 1975, el subte comprendía a 4.070 trabajadores y la jornada era de 6 horas. Este plantel fue reducido drásticamente entre 1991 y 2003, a través de retiros "voluntarios" y despidos, y tuvo su broche final con la concesión a Metrovías.
El 31 de diciembre de 1993, quedaban 2.000 trabajadores, pero aún se trabajaban seis horas. Al día siguiente, se aplicó la jornada de ocho horas y comenzó la liquidación de 400 puestos de trabajo.
A fines de 1994 teníamos un convenio totalmente flexibilizado firmado por la Uta, con 1.600 trabajadores. Quienes comenzamos a trabajar en 1994 nos encontramos con un cuadro de desmoralización y odio a la burocracia sindical, y asumimos la tarea de comenzar la reorganización de los trabajadores. Asumimos como propia la historia de luchas del subte, y se produjo una mezcla de experiencias de los que veníamos despedidos de otros gremios, los jóvenes que recién comenzaban su experiencia laboral y los compañeros que quedaban del subte.
A finales del año 1994 se produjo la primera movilización frente a la empresa: 150 compañeros reclamaron la reincorporación de dos compañeros despedidos. No lo logramos, pero fue el inicio de una recomposición de nuestras fuerzas.
Surgieron las agrupaciones, y la nuestra (Trabajadores de Metrovías) tuvo su nacimiento a mediados de 1995. Funcionábamos en condiciones de total clandestinidad, debido a las condiciones represivas en las que teníamos que trabajar. Tuvimos que apretar los dientes mientras vimos despedir a cientos de compañeros ante la pasividad cómplice de la Uta y de la mayoría de los delegados. Pasaron las tercerizaciones, que profundizaban más la flexibilización laboral y la división de los trabajadores. Nuestra agrupación tuvo desde el vamos, como primer punto de su programa, la recuperación de la jornada de seis horas por insalubridad. Se luchó en todos los campos, levantando la moral de los compañeros; presentamos li stas para meter delegados de los trabajadores, luchamos contra el aparato burocrático más poderoso del país, contra la arbitrariedad impune de las jefaturas y contra la complicidad del Estado con uno de los grupos económicos más poderosos (Roggio). Enfrentamos causas penales, por cortes de vías, y algunos delegados fuimos presos por enfrentar las injusticias. Siempre tratamos de demostrar el carácter político de la lucha en nuestras publicaciones. Con el tiempo, fuimos forjando los cimientos de una nueva vanguardia que obtuvo el reconocimiento y respeto de los compañeros.

Dos batallas de importancia estratégica

En el año 1999 una parte minoritaria del cuerpo de delegados y todo el activismo de las agrupaciones tuvimos una prueba decisiva: un compañero - Méndez - choca con otra formación y la empresa lo despide. Fuimos al paro, frente a un complot pérfido entre la empresa, el sindicato, el Estado y una parte del cuerpo de delegados. Trescientos compañeros recibieron telegrama de despedido: y fue la carta de negociación para que Méndez quedara afuera. Podríamos haber ganado, pero un sector de delegados y la Uta pusieron urnas para que los compañeros decidieran entre los 300 despedidos y el compañero. El repudio a esta extorsión fue el terreno para que en la siguiente elección de delegados una parte de los que "tiraron para atrás" fueran barridos.
La segunda lucha estratégica contra los planes de la empresa fue contra la eliminación del puesto del guarda. En febrero de 2001, la empresa anuncia la reubicación de todos los guardas de la línea "B" dejando de este modo al conductor a cargo total de la formación, nuevamente con la complicidad de la Uta. La respuesta fue un feroz paro de los trabajadores que tuvo que ser detenido por Patricia Bullrich, al aplicar una conciliación obligatoria de 6 meses - la más larga de la historia argentina - . Impedir la eliminación del guarda - y los 220 despidos con los que pretendieron castigar nuestra lucha - fue un triunfo en toda la línea, que preparó el terreno para el tramo final de la lucha por las seis horas.
Luego de ese episodio, en las elecciones de delegados el activismo barrió a los de la burocracia y a sus cómplices de "izquierda" en todas las líneas. En ese momento, el Partido Obrero acababa de conquistar una banca en la Legislatura porteña, desde donde impulsó una resolución de repudio a los 220 despidos y a la eliminación del guarda. Así, Jorge Altamira, junto a los delegados del Partido Obrero en Metrovías, se convertía en un referente público de los intereses de los trabajadores del subte.
De este modo comenzamos a demostrar a los trabajadores para qué sirve un puesto de legislador en el parlamento burgués.

La movilización por las 6 horas

Después de 1997 se instaló un debate entre los trabajadores. La burocracia y sus amigos de "izquierda" planteaban que no había condiciones para luchar por las 6 horas y que había que reclamar las 7 horas que ya estaban mencionadas en el convenio colectivo. Nuestra agrupación defendió la restitución incondicional de las seis horas. Fuimos acumulando datos históricos de diferentes fuentes, iniciamos investigaciones científicas, vimos a todos los profesionales relacionados con la insalubridad y de este modo, sólidamente armados de argumentos, lanzamos una campaña votada por el cuerpo de delegados después de la lucha por el guarda y elaboramos, junto a nuestra bancada obrera, el proyecto de ley por la reducción de la jornada laboral a seis horas sin afectar el salario.
La Uta, desde el inicio, jugó un papel carnero. Llegó a patotear una asamblea general llamada por los delegados para tratar el plan de lucha por las 6 horas y la recomposición salarial. Este fue el principio de rupturas más profundas entre la burocracia y los trabajadores.
En primer lugar se juntaron 50.000 firmas destinadas a poner en movimiento a los compañeros. Los primeros triunfos se dieron en el contexto político de la rebelión popular de diciembre de 2001. La primera incursión de los delegados y trabajadores en la Legislatura le arrancó a la Comisión de Legislación general y del Trabajo (que Altamira integra), una recorrida de los legisladores por los subterráneos. A partir de aquí los trabajadores y delegados de subte iniciaron una experiencia directa diferenciando el rol del Estado capitalista, los partidos del régimen y el partido revolucionario. Dieciocho marchas a la Legislatura, conferencias de prensa y luego la toma de la Legislatura por los trabajadores para que la ley fuera tratada en el recinto, y dos paros resueltos en asambleas realizadas en la misma Legislatura frente a los medios, permitieron obtener una nueva victoria el día 22 de agosto de 2002, con la sanción de la Ley 871 del Partido Obrero.

La Banelco

Ibarra veta la ley e impide el libre acceso de los trabajadores a la Legislatura a la sesión que debía tratar el posible rechazo al veto. Ese día, la movilización de los trabajadores se encuentra con la infantería. Una salvaje represión a los trabajadores deja a dos heridos de gravedad: el compañero Blanco, de la línea "E", y un compañero del Polo Obrero que nos apoyaba. Los delegados lanzan el paro de repudio en una asamblea improvisada frente a la Legislatura. A los dos días, se realiza una movilización de repudio a las oficinas centrales del Grupo Roggio acompañada por organizaciones barriales y de piqueteros. El Polo Obrero suma 3.000 compañeros.
Después del veto de Ibarra, la empresa trata de tomar la iniciativa. Amenaza a las compañeras con despedirlas, larga un plan de retiros voluntarios y baja las primeras expendedoras de boletos. Los trabajadores, junto al cuerpo de delegados, retoman la movilización sobre el gobierno de Ibarra exigiendo que avancen nuevos estudios sobre insalubridad. Las audiometrías realizadas a los trabajadores confirmaron lo que los trabajadores ya sabíamos: que el subte es insalubre.

La Uta firma a nuestras espaldas

En un plenario realizado en la Uta, el cuerpo de delegados rechaza de plano la pretensión de la empresa de incorporar categorías nuevas al convenio, que preparan el terreno para la liquidación del boletero. Días después la empresa publica en un comunicado interno el acuerdo firmado con Uta para nuevas categorías y la nueva escala salarial, en la cual no habían participado nuestros paritarios. Entonces, lanzamos el paro en repudio a ese acta trucha, que colocó a la orden del día la lucha por la jornada de 6 horas y la recomposición salarial.
El paro comenzó a las 14 horas, y los trabajadores tenían decidido que no se levantaba hasta que los delegados de base fueran recibidos por el Ministerio de Trabajo.

La cuenta regresiva

Luego de reuniones del cuerpo de delegados con las más altas autoridades del Ministerio, donde se pedía la anulación del acta convenio homologada por éste, la incorporación al básico de los 200 pesos dispuestos por Kirchner y la incorporación de la jornada de seis horas como primer punto de una paritaria libre, al no tener ninguna respuesta favorable el cuerpo de delegados fija la fecha de un paro. El día anterior al paro, nos citan de la Casa Rosada. El propio Kirchner nos asegura que la decisión del Ejecutivo era revisar el acta, y hablar con Ibarra para que salga la insalubridad.
Al día siguiente no nos recibió Tomada - como había pactado en la Rosada - , y pretendieron dilatar la cuestión. La respuesta de los delegados fue anunciar la huelga para el lunes. Al día viernes estaba firmada la resolución de insalubridad.
La resolución le da 30 días a la empresa para su aplicación: ahora, vamos a asegurar su cumplimiento.
Somos conscientes de que estamos frente a un triunfo histórico que abre la perspectiva de la recuperación de las conquistas perdidas por el movimiento obrero en las tres últimas décadas. En el camino han quedado miles de discusiones, miles de volantes con nuestra posición. La conclusión es una lección para los desmoralizados: con programa, organización y lucha, el triunfo es de la clase obrera y de los partidos revolucionarios.


Charly Pérez

La banca del Partido Obrero y la lucha por las seis horas

En octubre de 2001, Jorge Altamira presentó en la Legislatura el proyecto de ley para restituir la jornada de seis horas diarias y treinta seis horas semanales para todos los trabajadores del subte. El proyecto establecía la prohibición de las horas extras, y que la reducción dispuesta en la jornada laboral no afectaría el salario. También se disponía la creación de una Comisión Obrera de Seguridad, Higiene y Salubridad, es decir el control obrero sobre las condiciones de trabajo. Finalmente, prohibía cualquier alteración de las tripulaciones mínimas, así como toda forma de flexibilidad laboral que pretendiera compensar, con una mayor intensidad de la jornada laboral, la reducción horaria dispuesta.
El proyecto de Altamira, discutido con el cuerpo de delegados de Metrovías, planteaba la restitución de una conquista que sus trabajadores habían logrado en 1946, y que les fue sustraída durante las dictaduras militares de Onganía y Videla. Luego, la privatización menemista del subte volvió a despojar a los trabajadores de su jornada reducida, a partir de la coacción impuesta por los despidos masivos y la pasividad de la burocracia de la Uta.

"Quítenselo de la cabeza"

Luego de varios meses de deliberado "cajoneo" en la Comisión de Legislación General, entonces presidida por el actual jefe de Gabinete, Alberto Fernández, los trabajadores del subte votaron un plan de acción dirigido a exigir el tratamiento del proyecto de Altamira. La primera reunión de asesores de la Comisión para tratar el proyecto fue inolvidable: sólo concurrimos dos asesores, la directora de la Comisión y dos funcionarios del área de "Protección del Trabajo" del Gobierno de la Ciudad. "Quítenselo de la cabeza: no existe la menor posibilidad de aprobar esta ley": así inició la reunión el funcionario del Ejecutivo porteño. Luego, desplegó una gigantesca planilla que daba cuenta del "riguroso cumplimiento" de la patronal de Metrovías a todas las "observaciones" formuladas por su área. Estos son los mismos funcionarios que, un año y medio después, acaban de reconocer que "el 83% de los trabajadores del subte tienen problemas auditivos".
En ese lapso, se desplegó una batalla en todos los órdenes. Entre mayo y agosto de 2002 fuimos derribando todos los bloqueos y chicanas que pretendieron esgrimirse para frenar el proyecto de las seis horas. El Gobierno sostenía que "una ley no podía declarar insalubre a una actividad". Pero se negaba sistemáticamente a avanzar en los estudios de insalubridad. Los legisladores patronales sostenían también que "una legislatura provincial no puede legislar sobre cuestiones laborales", es decir que la autonomía porteña, tan cacareada por ellos, podía servir para la transferencia - sin fondos - de la educación o de la salud, pero no para asegurar conquistas a quienes trabajan o viven en la ciudad. En reuniones legislativas donde participaban decenas de trabajadores, Altamira liquidó, uno por uno, los planteos de los representantes de la burguesía. El 22 de agosto, en medio de una movilización general de los trabajadores de Metrovías, la Legislatura votó por abrumadora mayoría la ley de las seis horas. "Hoy es una jornada histórica", señaló Altamira en su intervención. "Porque estamos produciendo un viraje en la tendencia política a destruir los derechos de los trabajadores, restablecemos una conquista y ponemos un freno a la voracidad patronal (...). Esta es una de las primeras manifestaciones positivas de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre pasado".

El veto, el paro

Para vetar la ley de las seis horas, Ibarra no inventó nada nuevo: recurrió al arsenal de todas las objeciones que el PO había rebatido durante la lucha legislativa previa. Pero el origen del veto no fueron los "argumentos", sino la brutal presión del Grupo Roggio. El lobby patronal, por un lado, y la continuidad de la lucha obrera, por el otro, terminaron desatando la mayor crisis política que enfrentó el gobierno de Ibarra. El día 10 de septiembre de 2002, una sesión convocada para debatir la "insistencia" de la ley (rechazo del veto) fue boicoteada tanto por la Ucr como por los frepasistas. Por primera vez en mucho tiempo, funcionó en el oficialismo la disciplina de bloque. "La Alianza - señaló Altamira en la sesión - había sido quebra da por el pueblo los días 19 y 20 de diciembre pasados. Aquí, en la Legislatura, ya no existía más. Pero anoche, en las dependencias de la Jefatura de Gobierno, el señor Ibarra la reconstruyó por un día. Han desenterrado el cadáver putrefacto de la Alianza, y lo hacen vivir un día, nada más que para atacar y derrotar las reivindicaciones del movimiento obrero". La noche anterior, el "Coti" Nosiglia, histórico lobbista de los monopolios contratistas dentro del radicalismo, había intervenido para disciplinar al bloque radical y asegurar el voto de sus diputados a favor del veto ibarrista.
La sesión que ratificó el veto fue una radiografía de la bancarrota del progresismo porteño: dentro de la Legislatura, su vicepresidente, Caram, emitió una "resolución" declarando "restringido" el acceso del público a las sesiones. Es decir que para hacer pasar el veto, tuvieron que delatar a la cámara de "representantes del pueblo" como lo que es, es decir, un antro de conspiración contra los derechos de los trabajadores. Pero puertas afuera de la Legislatura, estallaba una movilización imponente contra el veto, que el gobierno reprimió brutalmente. Luego, el paro que en esa tarde paralizó el subte constituyó mucho más que un simple repudio: anunció que los trabajadores de Metrovías continuarían batallando por las seis horas.
Esta lucha fue una inmensa escuela política para quienes participaron en ella. Desnudó la dependencia feroz de todas las fracciones políticas de la burguesía - de derecha a izquierda - con la política de liquidación de las conquistas obreras. Y mostró, también, la importancia de una acción obrera integral, desde la tribuna parlamentaria hasta la acción directa. Una unidad de programa y organización que fue enhebrada por el Partido Obrero.


M.R.

Victoria y alerta en el subte

Los trabajadores de Metrovías han resuelto tomar en sus manos la puesta en marcha de la conquista recobrada: la jornada de seis horas para los guardas, choferes y personal de los túneles y mantenimiento. Publicada el viernes 12 en el boletín oficial de la Ciudad, la resolución que declara insalubre esas tareas ya se encuentra vigente, excepto para los choferes. Para estos compañeros, la empresa cuenta con un plazo de treinta días para readecuar los planteles, debiendo pagarles horas extras durante ese lapso.
Pero la patronal no ha dado la menor señal de acatamiento a la nueva situación laboral. Peor aún: a través de los medios de comunicación, anunció que apelaría la resolución de insalubridad.
En este cuadro, el cuerpo de delegados del subte resolvió poner en marcha las disposiciones de la resolución. Así, el sábado los compañeros de talleres iniciaron la aplicación de la jornada de seis horas. El lunes, desde temprano, se sumaron los guardas y personal de túneles. Sólo continuarán con la jornada de ocho horas los choferes, hasta que se cumpla el plazo estipulado de treinta días.
Está claro que la patronal prepara un contraataque: por la vía de apelar la resolución en la Justicia, o presentando alguna "mejora" superficial en las condiciones laborales, que le permita luego reclamar la suspensión de la insalubridad. Por eso, entre los trabajadores del subte existe un clima de victoria y alerta: el cuerpo de delegados se prepara para hacer valer, con la acción directa, la conquista que acaba de arrancarle al Estado.


M.R.

jueves, 28 de agosto de 2003

Trabajadores contra el convenio trucho

El acta-acuerdo (Convenio Colectivo de Trabajo) firmado por Metrovías y la Uta a espaldas de los trabajadores, amañando las paritarias, y homologada por el Ministerio de Trabajo, ya cuenta con el firme apoyo del ministro Tomada; es decir, esta decisión fue comunicada por el propio ministro a una comisión de delegados que fue recibida por él mismo. La pretensión del ministerio es que los delegados paritarios participen en una negociación que ni siquiera permite poner sobre la mesa las reivindicaciones de los trabajadores. Esta reunión se produjo al calor del último paro y es por estas razones que el cuerpo de delegados discutió llevar a la práctica un plan de lucha que incluye poner en pie una comisión de apoyo, constituida por organizaciones piqueteras y asambleas populares con la idea de colocar en la opinión pública la complicidad del gobierno de K en esta estafa a los trabajadores.
La primera parte de este plan de lucha tuvo su inicio el día 20 de agosto con una agitación masiva que fue realizada por las organizaciones ya mencionadas, repartiendo un volante que reivindica la jornada de 6 horas, reclama la anulación de las paritarias truchas y trabajo legítimo para los desocupados.
Esta actividad fue realizada en las cabeceras de las líneas y en el nudo central de Carlos Pellegrini por aproximadamente 3.000 piqueteros y trabajadores de Metrovías.
Los primeros efectos de la firma de este acuerdo trucho ya se comienzan a sentir en el sector de boleterías, donde la empresa pretende liquidar un turno de trabajo y es por esta razón que el cuerpo de delegados decidió un paro, por las 6 horas, y la anulación del convenio trucho.


Carlos Pérez

jueves, 14 de agosto de 2003

Subte: Le aguaron la fiesta a Ibarra

El sábado 9, en el marco de la campaña electoral, Ibarra tenía una importante carta por jugar: la inauguración de las dos nuevas estaciones de la línea "B", Tronador y Avenida de los Incas.
Para esta ocasión, estaba previsto un acto en el cruce de avenida Triunvirato y Los Incas, el cual contó con la presencia de todos los medios radiales y televisivos que fueron a cubrir el circo montado por el "progresismo" porteño. La concurrencia al acto estaba compuesta mayoritariamente por el aparato de los punteros del Frente Porteño, con sus militantes del PS a la cabeza. Estos últimos, por izquierda, fueron los que intentaron desalentar a los delegados del subte de impedirle a Ibarra su acto "político" y de presentar sus legítimos reclamos.
Ibarra tampoco ahorró esfuerzos para garantizar su acto. El viernes previo, convocó al cuerpo de delegados a una reunión de urgencia prometiéndoles la declaración de insalubridad para la próxima semana. Fue todo en vano, más de 50 compañeros encabezados por el Cuerpo de Delegados estuvieron presentes en el lugar para hacer oír sus reclamos, con banderas, pancartas, rostros pintados con las consignas y cánticos permanentes como éste: "El cuerpo se pudre, el subte es insalubre".
Frente al fracaso de las gestiones del propio Ibarra, fue movilizado en pleno el aparato de seguridad del gobierno y de sus "amigos" (estaban presentes, entre otros, los pesados de Genta) y una gran cantidad de policía de civil, con la intención de neutralizar a los trabajadores del subte. Frente a esta provocación, la respuesta al jefe del operativo fue: "Al primer compañero que nos toquen, les paramos las cinco líneas".
Frente a esta situación, Ibarra se vio obligado a reconocer frente al público y las cámaras la insalubridad del trabajo bajo tierra que realizan los trabajadores de Metrovías, y bajar del palco para recibir de mano de los delegados un nuevo petitorio.
A partir de ese momento, los medios empezaron a reportear al cuerpo de delegados.
El gran ausente de la jornada fue el sindicato, la dirección de la Uta; fiel al principio de actuar a espaldas de sus representados, ni siquiera aprovechó la ocasión para enfrentar a su rival político.
Los que sí estuvieron presentes con sus banderas fueron los compañeros del Partido Obrero de la zona, que desde temprano estuvieron en el lugar repartiendo nuestro programa y una mariposa denunciando a Ibarra - Macri-Roggio.


Corresponsal

jueves, 31 de julio de 2003

¿Para dónde patea?

La asamblea trucha de Metrovías convocada por la burocracia de Palacios para hacer aprobar el acta ignominiosa, reunió a un puñado de 60 adictos, punteros y protegidos, sobre 1.300 trabajadores que boicotearon la maniobra antiobrera.
Entre los concurrentes estuvo Sister, delegado de la Línea B, considerado miembro del Mas. Llevó consigo a unas 10 personas, sobre más de 200 de su línea, desconociendo la resolución masiva de todas las líneas de boicotear la "asamblea" burocrática. Desde hace mucho, esta persona, con algunos delegados y ex delegados más, juega como una quintacolumna de la burocracia de Palacios entre los trabajadores de Metrovías. A tal punto que, en la reciente reunión ministerial, se hizo figurar en el acta la presencia del "compañero Sister" en la "asamblea", oponiéndose a la mayoría del Cuerpo de Delgados.
El Movimiento al Socialismo debe aclarar la pertenencia o no de este elemento a sus filas, y los trabajadores de su línea realizar un rápido balance.


Corresponsal

Los trabajadores del Subte contra la traición de la Uta

El paro general de subterráneos del lunes 14 de julio fue un repudio masivo a la dirección de la Uta, por la firma de un acta con la patronal, a espaldas de los afiliados, que modifica funciones y condiciones de trabajo al gusto de la empresa, con el objetivo de flexibilizar las condiciones de trabajo. También fue un rechazo al acuerdo salarial de esa misma acta, totalmente insatisfactorio.
Palacios desconoció públicamente el conflicto y pretendió levantar el paro por televisión. Pero los obreros mantuvieron la medida hasta que los delegados, una vez recibidos por el Ministerio de Trabajo, dieron la orden de levantar.
Luego de esa masiva demostración, la burocracia de Uta convocó a una asamblea general de trabajadores del subterráneo, en el local sindical, con la pretensión de conseguir la aprobación del acta entreguista.
Fracasó una vez más, porque los trabajadores boicotearon la convocatoria. Hubo sólo 60 participantes (y un par de veedores ministeriales) sobre 1.300 empleados del subte.
A la misma hora, las bases del subterráneo se reunían en masivas asambleas en todas las líneas. Allí votaron y ratificaron, mediante un petitorio, el reclamo de la anulación del acta Uta-patronal. Asimismo debatieron las modalidades de un plan de lucha por la suma de los 200 pesos al básico más una recomposición de 400 pesos y la jornada laboral de 6 horas sin afectar el salario.
Ahora, se acaba de realizar una reunión en el Ministerio, con la presencia de la patronal, la plana mayor de la Uta y los paritarios elegidos por el Cuerpo de Delegados. Estos compañeros tuvieron que sortear a la entrada un amenazante cordón de un centenar de "pescetos", que la burocracia concentró en la puerta. La empresa y la burocracia mantuvieron su postura. Los delegados dejaron sentado que tenían mandato de no tratar nada, hasta que fuera derogada el acta en cuestión. Acompañaron su postura con más de 800 firmas de trabajadores. La actuación pasó al ministro, quien debe dictaminar al respecto el jueves 31.
La posición del Partido Obrero es que el Cuerpo de Delegados debe convocar, a partir de las asambleas de líneas, una asamblea general de los obreros del subte en Plaza de Mayo, con paro, y votar un plan huelguístico hasta la derogación del acta, por los 200 pesos al básico y los 400 de recomposición. Además, como en la campaña por las 6 horas, salir ya a la calle con marchas, radio abierta, barbijazo, actos de difusión, agitación sobre los usuarios. Hay que dirigirse al resto de los trabajadores de Uta para explicar el accionar antiobrero y patoteril de la dirección del sindicato y para reclamar la solidaridad con la lucha en el subterráneo.
El Cuerpo de Delegados está en condiciones de asumir la más plena autoridad y autonomía, como dirección de los trabajadores del subte.
Ninguna resolución por fuera del Cuerpo de Delgados y las asambleas de trabajadores.
Organizar una Intersindical con otros sectores combativos de la Uta y otros gremios en lucha.
Concurrir a la Asamblea Nacional de Trabajadores ocupados y desocupados el 2 y 3 de agosto.
Por la unidad de acción con los sindicatos combativos y movimientos piqueteros.


Charly Pérez

jueves, 17 de julio de 2003

Gran huelga en Metrovías

Un camino para todo el movimiento obrero
Las 5 líneas de subte se paralizaron el lunes, cuando los trabajadores se enteraron, por comunicado de la empresa, de un acta firmada entre Metrovías y la dirección de la Uta ante el Ministerio de Trabajo. Allí se establecen cambios importantes en las modalidades de trabajo del convenio colectivo, en el sentido de una flexibilización que la patronal viene tratando de imponer desde hace mucho. Fundamentalmente, la que permite que los boleteros sean reemplazados por máquinas expendedoras y pasen a ser vendedores de productos y servicios en el subte.
Los trabajadores habían reunido hace poco más de mil firmas contra éstas y otras transgresiones al convenio que la patronal practica de hecho, como traslados de personal de sección o trabajo en funciones de distinta categoría. El hecho de que ahora aparezcan impuestas en un acuerdo secreto e inconsulto, entre la patronal y la burocracia de Uta, absolutamente a espaldas de las bases, fue la gota que rebalsó el vaso.
La situación llegó a un punto en que una gran masa de obreros se pregunta para qué sirve un sindicato que se dedica sistemáticamente a conspirar contra los trabajadores. Una verdadera dictadura burocrática, que sólo interviene para joder a la gente y a sus genuinos representantes, el cuerpo de delegados. El antecedente inmediato estuvo en el papel boicotista jugado por la burocracia, durante la gran lucha por la jornada de 6 horas el año pasado, donde llegó a la agresión física patoteril contra los trabajadores que se convocaron a una asamblea en el sindicato. Es una práctica común, por ejemplo, que los jefes sindicales negocien con la empresa y con el ministerio a espaldas del cuerpo de delegados. Por eso es tan extendido entre los trabajadores el sentimiento de desafiliarse de la Uta.
La jugada actual pasó todos los límites, porque se trata de una verdadera reforma del convenio a la baja mediante un acta acuerdo, sin participación de los paritarios nombrados por el cuerpo de delegados, entre gallos y medianoche. La vaselina para hacerla pasar es un supuesto aumento salarial, consistente en la incorporación al básico de 125 pesos de la ayuda gubernamental de 200 (menos que el decreto de Kirchner), más algunos adicionales, como ticket canasta.
La indignación de las bases fue fulminante. Se expresó en asambleas de todas las líneas, que resolvieron repudiar el acuerdo mediante medidas de acción directa, rechazar toda reforma de convenio que no se haga en el marco de la paritaria y reclamar los 200 completos al básico, más mejoras por un promedio de 400 pesos.
El paro fue absoluto a partir de las 14, garantizado con la detención de los trenes mediante piquetes de trabajadores, que llegaron a ocupar las vías, para impedir que manejen los jefes. Resistiendo todo tipo de amenazas de las jefaturas e incluso una avanzada de la guardia de infantería, que en la estación Congreso de Tucumán amenazó con desalojar a los trabajadores que ocupaban la estación.
Juan Manuel Palacios, sin embargo, en actitud abiertamente carnera, se presentó al Ministerio de Trabajo por las suyas, repudió el conflicto, sin consultar a los delegados ni a los trabajadores, y llamó a levantar el paro por televisión.
Pero no lo logró. El cuerpo de delegados dio la orden de mantener la medida hasta tener resultados concretos a sus demandas, en un clima de presiones, donde comenzaron a llegar los telegramas de despidos. La medida fue levantada cuando la viceministro de Trabajo se comprometió a iniciar negociaciones directas con el cuerpo de delegados al día siguiente. Al cerrar esta nota, la situación es tensa. El ministerio declaró una conciliación obligatoria, transgredida por la patronal, que impedía a algunos trabajadores tomar servicio, mientras los delegados inspeccionaban las líneas. En la reunión en el ministerio, la funcionaria propuso, en el cuadro de la conciliación, iniciar tratativas con la empresa y la Uta, para dejar sin efecto el acta del escándalo, pero sin dar ninguna garantía. Al cerrar esta nota, los delegados en plenario decidían los pasos a seguir.
Tienen razón los medios que insisten en que hay un conflicto serio entre los obreros del subterráneo y la dirección de Uta. Está en juego la conducción de la organización gremial en el subterráneo, de amplia mayoría antiburocrática.
La opinión de ATM es que la consigna central del conflicto es, por la derogación del acta ignominiosa Uta-Metrovías. Si el acta pasa, el grave golpe de la patronal y de la dirección de la Uta a la organización independiente y a la soberanía de los trabajadores de Metrovías, impactará para todo el futuro de sus luchas y reivindicaciones. De aceptarse la conciliación, hay que ponerse a organizar la huelga general por la derogación del acta. Asambleas en todas las líneas, agitación pública, extensión del conflicto a la Uta y a otros gremios en lucha y organizaciones populares. La lucha salarial con paros de los ferroviarios de TBA, el plan de acción de Foetra Buenos Aires por aumento, las luchas de los estatales, crean un cuadro propicio. Si no hay vuelta atrás en la reforma antiobrera del convenio, poner fecha a una asamblea general con paro, en Plaza de Mayo, para votar emplazar a la patronal y lanzar la huelga.


S.V.

miércoles, 7 de mayo de 2003

Los trabajadores del subterráneo retoman la lucha

El 17 de marzo, un paro general de una hora organizado por el cuerpo de delegados (en todas las líneas y talleres) paralizó el subte. El reclamo: basta de violaciones al convenio (traslados de personal, imposición de tareas no convencionadas, no respeto de categorías).
La Uta, que apoyó la medida, firmó, sin embargo, un acta en el Ministerio aceptando discutir con la empresa traslados y flexibilización, justamente todo lo que los trabajadores venían rechazando. Como consecuencia de todo esto, el cuerpo de delegados inició una campaña de asambleas por sector para rechazar el acta, debatir un plan de acción y elegir representantes de base. Como primera medida de dicho plan se está firmando masivamente el apoyo a una agenda propia de los trabajadores para presentar al Ministerio de Trabajo:
1.Contra las violaciones actuales al Convenio Colectivo de Trabajo: restablecimiento de los planteles convencionales. Contra la contratación de personal fuera de convenio para realizar tareas convencionadas, la tercerización del trabajo y la imposición de tareas no convencionadas y/o ajenas a la actividad del transporte. Contra las violaciones de seguridad e higiene, etc.
2. Recomposición salarial.
3. Reducción de la jornada laboral a seis horas.
Esto se acompaña de medidas de trabajo a reglamento para que la empresa cese en el retraso del pago de sueldos.
La dirección de la Uta se ha declarado favorable a flexibilizar el convenio en los puntos que reclama la empresa. En un intento por enfriar el conflicto y ganar una posición en una rama que no controla, acaba de firmar con la patronal un 9% de aumento a cuenta de futuros salarios de convenio.
Todo indica, en el ánimo de los trabajadores, que marchamos a una lucha sostenida hasta alcanzar el conjunto de las reivindicaciones.


Carlos Pérez

jueves, 20 de marzo de 2003

Nos largamos de nuevo

Paritarias calientes en el Subte
Los trabajadores de subterráneos enfrentamos el inicio de las paritarias con un plan de lucha que arrancó con paros de una hora por turno.
Las asambleas de todos los talleres y de las cinco líneas votaron estas medidas y en algunos casos, se propuso el paro de 24 horas.
Los trabajadores han decidido darle un final a la política de los hechos consumados de Metrovías.
  • Para discutir convenio:
  • No se pueden permitir los llamados a retiros voluntarios.
  • No se puede permitir la imposición de la expendedora de boletos (eliminación de boleteros) sin discusión con la organización sindical.
  • No se puede permitir la habilitación de condutores de trenes por debajo de los salarios de convenio.
  • El faltante de personal debe ser cubierto con trabajadores tomados por Metrovías (no tercerizados).
Es decir, que paramos contra la violación del convenio actual y por la colocación de nuestras reivindicaciones en la línea de partida de las reuniones paritarias del nuevo convenio que son:
1) Reducción de la jornada a 6 horas sin afectar el salario, por un turno más de trabajo.
2) Recomposición salarial.
3) Por mejorar las condiciones de trabajo (pre-proyecto de convenio elaborado por los compañeros y paritarios, y votado en asambleas).


Charly