jueves, 31 de octubre de 2002

La represión y la respuesta

15:30 hs. Los trabajadores y delegados de subterráneos fuimos brutalmente reprimidos por la infantería de policía cuando nos disponíamos a entrar en la Legislatura con varias órdenes judiciales que nos permitían el acceso y en presencia de una jueza. Los trabajadores detectan a un provocador y lo persiguen hasta que la infantería lo protege. Resultando dos compañeros con traumatismo de cráneo.
16:30 hs. Luego de asegurarnos de la atención medica y el traslado al hospital de los compañeros, los delegados y trabajadores presentes resolvimos el paro de repudio a la represión. Con los delegados de las líneas acompañados de los trabajadores presentes en la movilización se armaron los piquetes que debían garantizar el paro; el resto de los trabajadores junto a los delegados de los talleres debíamos quedarnos en la Legislatura para tratar de entrar.
16:45 hs. Paran todas las boleterías de la Línea D; se cierran las boleterías, se abren las puertas de acceso para que pasen los pasajeros sin pagar boleto y simultáneamente se les da el aviso de que está por comenzar un paro. Este método de paro resuelve los problemas anteriores, cuando producían enfrentamientos entre los boleteros y los pasajeros.
17 hs. Cuando llegan los delegados y compañeros comienza el paro en todas las líneas, a excepción de las líneas D y E, donde el paro ya había comenzado porque los trabajadores lo resolvieron al ver las imágenes televisivas.
17:30 hs. La empresa pretende hacer funcionar los trenes con personal jerárquico y con los escribanos presentes conminan a los trabajadores a reanudar las tareas; los trabajadores junto a los delegados obligan a los escribanos a retirarse e impiden físicamente que los jefes suban a manejar los trenes; en algunas líneas las trabajadoras de boleterías amenazan con cortar las vías si no abandonan la intención de hacer andar los trenes, la empresa titubea y se producen discusiones entre los jefes.
18 hs. El paro ya es total en todas las líneas y gana a los trabajadores que se encuentran en los talleres. Hay trenes abandonados por los conductores y guardas en todas las estaciones de Buenos Aires. Se producen incidentes en algunas estaciones entre boleteros y pasajeros por la devolución de los pasajes, principalmente en la Línea B en la que no se había aplicado el método de la Línea D.
18:30 hs. La empresa amenaza a través de los medios de comunicación con mandar telegramas. Los conductores y guardas que se encuentran en las estaciones más cercanas a las cabeceras se retiran de los trenes caminando por los túneles hasta las cabeceras; en las cabeceras de las líneas están en estado de asamblea permanente.
19 hs. El paro se mantiene firme y corren rumores de que llegarían telegramas; ante esta perspectiva los compañeros discuten el paro por tiempo indeterminado.
19:30 hs. Se rumorea en la Línea B que la Infantería viene a desalojar; los trabajadores se atrincheran en la plataforma de Federico Lacroze y en el cuarto de descanso. Bloquean las entradas del cuarto de control de señales con mesas y bancos, se montan barricadas en la plataforma con los asientos de los trenes, se bloquea con durmientes y rieles el túnel que conecta Lacroze con la estación Dorrego.
20 hs. Los trabajadores de la Línea D marchan por los túneles bloqueando los trenes con durmientes y rieles hasta la estación Catedral.
20:30 hs. Los delegados que se encuentran en .las líneas tienen graves dificultades de comunicación entre sí y con los que estamos en la Legislatura, desde donde despachamos compañeros para establecer comunicación con las cabeceras y convocar a una reunión de delegados a las 23:30 horas en la puerta de la Legislatura.
23:30 hs. Se reúne el Cuerpo de Delegados en el lugar establecido, cada sector informa y el balance es que el paro fue total desde que comenzó sin que se pudiera mover un solo tren.
Se abre un debate sobre cómo continuar; los turnos tarde de tres líneas están a favor de parar al día siguiente, los delegados resuelven por mayoría levantar la medida considerando que el repudio está claramente demostrado y la ley fue votada y cajoneada; se propone seguir el plan de lucha con una conferencia de prensa al día siguiente a las 15 horas para llamar a una movilización el martes 29 con concentración en el Obelisco, y asamblea general el jueves 31.
24 hs. Se sale a comunicar a los compañeros que están atrincherados la resoluciones tomadas.


Charly Pérez

"Las bases están muy fuertes"

Viernes 25 de octubre, 16 horas. Acaba de terminar la conferencia de prensa del cuerpo de delegados de Metrovías, anunciando las medidas de movilización que continuarán la lucha por las seis horas. Allí, Rodolfo Abraham y Walter Varela, delegados de la Línea D, volcaron ante Prensa Obrera sus reflexiones.


¿Qué balance hacen de esta etapa en la lucha por las seis horas?
R.A.: Los compañeros han hecho una experiencia valiosa, impagable. Se han terminado de desilusionar de las instituciones democráticas. Acompañaron este proceso con mucho fervor. Fueron abandonando las ilusiones en la medida en que los legisladores se deshacían rápidamente de las posiciones que habían adoptado inicialmente. En el recinto le dieron muerte a la ley, pero lo que no ha muerto es nuestra lucha. La moral de los compañeros es muy alta. Ahora, vamos a proyectar la pelea en otro terreno. Tenemos en cuenta que el Ejecutivo tuvo que abrir los expedientes de insalubridad, y vamos a aprovechar esa oportunidad.
¿Cómo fue el paro de ayer?
W.V.: El paro tuvo una enorme fuerza, expresando muchas ganas de continuar con la lucha. Hemos desconocido la conciliación obligatoria, a pesar de que poníamos en peligro la fuente de trabajo. Pero importó más lo que le pasó al compañero herido que lo que podía sucederle a ellos. Las bases están muy fuertes para encarar un plan de lucha.
¿Hubo intentos de la patronal por quebrar el paro?
W.V.: Trataron de mover algunos trenes. Pero no intentaron reabrir la línea, porque sabían que lo habríamos impedido totalmente. La base estaba completamente de acuerdo con el paro total, y con no permitir que pasara desapercibido como un simple "servicio de emergencia".
R.A.: En el caso de nuestra línea, cuando los delegados llegamos de la Legislatura nos encontramos con una sorpresa muy grata: al enterarse de los incidentes, los compañeros ya habían resuelto parar. Con la línea, parada, nos reunimos en la estación Congreso de Tucumán y decidimos formar piquetes en distintos puntos de la línea, por si la jefatura decidía mover los trenes. Paralelamente, otros compañeros estaban apostados en el centro de la línea y en la otra cabecera, junto con compañeros del Polo Obrero que colaboraron con nosotros, por si los supervisores querían mover los trenes. Quisieron hacerlo en Congreso de Tucumán, fuimos a las vías y lo impedimos de inmediato. Durante la noche, mientras seguíamos atentos a lo que ocurría en la Legislatura, los compañeros se quedaron a pernoctar en los andenes, realizando verdaderos campamentos obreros. A las 23, reunidos frente a la Legislatura, decidimos levantar el paro, con la conciencia de que si perdimos la ley, ganamos mucho en nivel de organización y conciencia. La moral combativa de los compañeros esta más alta que nunca para proyectar la lucha con mucho más fervor.
¿Qué balance sacan de la conducta de la Uta?
R.A.: La Uta dio un "ausente sin aviso" en el día de ayer. Es algo que no pasará con indiferencia ante los compañeros, que están indignados por eso. No solamente por no hacerse presente en la concentración, sino que después de los incidentes, y teniendo un compañero en estado crítico, en coma 2, siguieron mostrándose indiferentes. No iban a hacer nada, con el pretexto de no violar la conciliación obligatoria. Por eso, los compañeros están planteando redefinir nuestra relación con la Uta, en el marco de la asamblea general que se hará la semana que viene. Ellos nos convocaron a parar cuando los apalearon en Plaza de Mayo, y nosotros paramos aún antes que el propio transporte colectivo. Pero ahora no nos han correspondido, y eso es inaceptable para los compañeros.
Ibarra ha mencionado que estudia alguna disposición de insalubridad parcial para algunos sectores del subte...
W.V.: Si la diferencia de Ibarra son tres metros de profundidad está muy equivocado. Que tráfico esté a seis metros, y la boletería a tres, no convierte a ésta en menos insalubre. El boletero sufre el ruido, la falta de luz, el stress de la atención al público... todo eso también es insalubridad. Y la sufre igual que cualquier conductor o cualquier compañero de taller.
¿Cómo sigue esta lucha?
El martes 29 estamos realizando una marcha, convocando a todas las organizaciones políticas y sociales, en repudio a los incidentes y al veto escandaloso, que ha recibido la anuencia del PJ, complotado con la Ucr y el Frepaso para matar nuestra ley. Partiremos a las 16 desde el Obelisco, pasando por la Legislatura por la Jefatura de Gobierno, y finalizaremos seguramente frente a las oficinas de Roggio, en la calle Alem. El jueves, haremos una asamblea general para discutir como seguiremos la pelea.
En alguna de las marchas realizadas, ustedes se han encontrado con empresas de transporte en lucha, como Libertador San Martín, Río de la Plata o TDO. ¿Qué mensaje tienen para estos compañeros?
R.A.: No somos los únicos desencantados con la dirección sindical. Ellos están luchando por otras reivindicaciones que no han trascendido, porque la dirección sindical no les da el lugar que se merecen. A algunos no les pagan siquiera los 100 pesos de aumento, otros no cobran desde hace meses. Y la dirección del sindicato ha hecho la vista gorda. Todos estamos en ver cómo nos sacamos de encima esta losa sindical perversa, que aprisiona la nuca de todos los trabajadores del transporte. Los llamamos a solidarizarse con nuestra lucha y nosotros lo haremos por ellos. Tenemos que coordinar acciones en conjunto, para buscar una salida. Y para que la organización gremial se ponga a disposición de los trabajadores y defienda nuestros intereses.
La lucha por una nueva dirección...
R.A.: Correcto. La lucha por una nueva dirección.

Paro, paro, paro, paro nacional

Este grito atronador de los obreros de subtes marcó a fuego la conferencia de prensa del día 10 de octubre, en la Legislatura. Un dirigente de la Uta, allí presente, balbuceó la "histórica" respuesta de la burocracia sindical: "No descartamos ninguna medida".
El paro nacional nunca llegó: lo más que hubo fueron dos raquíticas movilizaciones de aparato.
Pero los trabajadores de subtes llegaron infinitamente más lejos.
El 22, estaba preparado el acuerdo de la Alianza para no insistir en las seis horas, estaba anudado el voto del PJ para archivar la ley (por eso cerró filas para impedir el ingreso de los obreros) y estaba abrochado el acuerdo con la Uta, que no movilizó.
Pero la combatividad de los activistas que pugnaron por entrar al recinto, y más tarde la huelga general de los obreros, echaron por tierra todo. Ante el salvajismo policial que pudo cobrar una vida, se produjo una de esas lecciones que la clase obrera brinda cuando se abre paso el clasismo en sus organizaciones.
En menos de un minuto, subido en andas, un delegado, Carlos Pérez, proclamó el paro general; cuando alguien pidió "que se vote", se levantaron decenas de manos. Estaba declarada la huelga general, pero lejos de los túneles donde los trabajadores ignoraban lo que ocurría. Se ausentaron los delegados de línea, quedaron los de talleres: en media hora estaban paradas las cinco líneas que agrupan a 1.600 trabajadores.
La Uta había dicho: "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada", "acatamos la conciliación", es decir al Estado capitalista, actuante como instrumento de Benito Roggio, de Ibarra y de la Alianza a favor de la flexibilidad laboral.
El paro general como broche de la enorme movilización previa transformó en un inmenso triunfo clasista esta primera etapa de la lucha por las seis horas, aún con la ley archivada en el próximo período. Reagrupó a los obreros ante la patronal, de cara a romper cualquier intento flexibilizador, de cara a las paritarias, de cara a la burocracia sindical. Los tres paros derrotaron a los que - incluso, "izquierdistas" - , se opusieron a la huelga en distintas fases de la lucha, que tuvo una expresión viva en una conferencia de prensa en la Casa de las Madres, donde Vilma Ripoll piloteó las advertencias planteando que el paro era "una maniobra de la burocracia".
Las seis horas de trabajo sin paros y movilizaciones obreras serían un trámite parlamentario sin destino. Lo ocurrido es una escuela de utilización de una banca parlamentaria como instrumento de la acción directa y política de la clase obrera contra el Estado y los monopolios.
De cara a la próxima asamblea general de Metrovías hay que precisar el balance para sortear los planteos derechistas de algunos "izquierdistas" que sugieren la ruta de la desindicalización en función de algún negociado mutual que aleja a los obreros de la ruta de la lucha de clase.
El saldo es que Metrovías es un sindicato dentro del sindicato. Que se unió a las grandes luchas de TDO y Libertador San Martín, reprimidas también por la policía. Que es una referencia para todas las líneas en lucha como la Río de la Plata y para todo el activismo clasista del gremio, como el de Salta y otras provincias. La formidable lucha de los obreros de Metrovías abrió un nuevo capítulo en la recuperación de las conquistas arrebatadas y en la expulsión de la burocracia sindical.


N.P.

LOS OBREROS DEL SUBTE, DE PIE


Un regimen politico que pasa "a archivo"
Cuando el rostro insulso de Cecilia Felgueras anunció el "pase a archivo" de la ley de las seis horas, los diputados de los partidos patronales se levantaron de sus bancas y ordenaron sus papeles como si nada hubiera pasado. Afuera de la Legislatura, la ciudad continuaba sacudida por el paro de subtes más contundente de la última década. Era evidente, a esta altura, que quien verdaderamente pasaba "a archivo" en la noche del jueves 24 era el régimen político de la Ciudad; su Ejecutivo pretendidamente "progresista", sus oficinas de "protección del trabajo", su Legislatura.

Un régimen "de facto"

Apenas una semana antes, entre reuniones y secretas y presiones de los lobbystas de Roggio, Ibarra había ejecutado un silencioso "putch" sobre la Legislatura, para obligar a los diputados de la ex Alianza a ratificar el veto a la ley de subtes. Unas horas después, esa misma Legislatura se proclamó a sí misma una mera oficina de registro, cuando los bloques del oficialismo y del PJ resolvieron que, de ahora en más, las sesiones sólo serán públicas "por invitación", a razón de dos personas por diputado. "Esto no es un Cabildo", bramaban los campeones de la "democracia participativa" para justificar su decisión. La Legislatura pasaba, así, a ser una oficina pública, al estilo de la "Comisión de Asesoramiento Legislativo" que funcionaba en el Congreso Nacional bajo la dictadura de Videla.
La razón de esta brutal restricción era muy clara: la Alianza y el PJ se habían puesto de acuerdo para mandar a "archivo" la ley de subtes. Los oficialistas votarían el "pase a comisión" y el PJ el "rechazo al veto", sabiendo que no reuniría los votos necesarios para ratificar la ley. Es habitual, en el trámite parlamentario, que cuando una ley no reúne el consenso para su sanción permanezca "reservada", con el objetivo de evitar una votación desfavorable. En este caso, no fue así: el PJ y la Alianza se juramentaron en "despacharla" este jueves, y apurar de una vez el trago amargo que había llevado a centenares de obreros a la Legislatura. Semejante contubernio sólo podría llevarse adelante "en privado", para preservar al "recinto" de la justa indignación de los trabajadores.
Para salirse con la suya, no vacilaron en violar groseramente la constitución de la Ciudad, que establece el carácter público de todas las sesiones legislativas. Esto explica que, cuando se iniciaba la sesión, tres jueces resolvieran dejar sin efecto la decisión de la Legislatura y ordenar el ingreso irrestricto del público. Una jueza, inclusive, concurrió hasta la sesión para hacer cumplir de inmediato esa disposición. Pero los radicales, frepasistas, justicialistas y la Ucedé se apartaron por un momento del trámite de la ley de subtes para votar una resolución... desacatando el fallo judicial. En forma simultánea - y probablemente sincronizada - se desataba una brutal provocación policial contra los centenares de manifestantes que, en la puerta de la Legislatura, pretendían ejercer su derecho a asistir a la sesión.
La ficción de la división de poderes y de las garantías constitucionales se acababa de derrumbar de un plumazo: para impedir una conquista obrera, los "progres" no vacilaron en erigirse en régimen de facto, desconocer a la Justicia, desatar un conflicto de poderes y apalear a los trabajadores.

Qué es lo que está en juego

A comienzos de año, Ibarra desconoció la obligación de sancionar una ley de presupuesto y dispuso una "emergencia económica" que le otorgó superpoderes para manipular los recursos de la Ciudad. Los sucesos de esta semana han extendido la "emergencia" a un plano político más general: enterraron la ley de subtes de la mano de la Gendarmería, y pasando con una aplanadora por encima de la Legislatura y de la Justicia. Es que se jugaba, en definitiva, la conquista más preciada que los capitalistas le arrancaron a la clase obrera en la década menemista: la "flexibilidad laboral", que extendió los horarios de trabajo, intensificó las jornadas y condujo a la degradación del salario y a la desocupación en masa. Los Roggio y los Macri, los capitalistas del turismo y del juego que Ibarra pretende "atraer", exigen la preservación de esa degradación laboral que diariamente se cobra la vida y la salud de guardas y choferes del subte, pero también de albañiles, motoqueros y pasantes telefónicos, entre otros.
La lucha del subte salió a enfrentar esta degradación. Si desenmascaró hasta el hueso el carácter procapitalista del régimen político en la Ciudad - y en particular a los que se declaran progresistas - fue por su profundidad. El Cuerpo de Delegados fue demoliendo, una por una, las primeras resistencias legislativas. Apeló a la movilización sobre todos los poderes, organizó a la mujer trabajadora, acudió al paro general y a los piquetes, desnudó la pasividad mortal de la burocracia pretendidamente combativa de la Uta de Palacios. La imagen de Carlos Pérez en hombros de sus compañeros, convocando al paro de las cinco líneas en la tarde del jueves pasado - y difundida por la televisión a todo el país - es en este sentido un mensaje claro: la clase obrera ocupada, castigada por la miseria salarial, el desconocimiento de los convenios y los despidos, se ha subido al carro del Argentinazo. Para cobrarse, uno por uno, todos los agravios impuestos por un régimen político y social hecho pedazos. Por eso, el jueves 24 sólo concluyó el ensayo general de una lucha que terminará imponiendo las seis horas.


M.R.

jueves, 24 de octubre de 2002

Metrovías: Gran jornada piquetera en la Capital

Como parte del plan de acción votado por el cuerpo de delegados, se realizó el jueves 17 una jornada en apoyo a la lucha de los trabajadores de subtes contra el veto de Ibarra a la ley por la jornada de 6 horas.
Las acciones tuvieron una gran repercusión periodística, en los medios radiales y de TV. En Primera Junta, trabajadores de la Línea A junto a 100 piqueteros del Polo Obrero de Bajo Flores 9, marcharon alrededor de la plazoleta de Rivadavia y Centenera cortando alternativamente avenida Rivadavia y Rosario, mientras grupos de manifestantes bajaban a los andenes de la A. Participaron delegaciones de Asambleas Populares de la zona de Caballito-Flores.
En Entre Ríos y San Juan, sobre la estación Entre Ríos de la Línea E, 150 miembros del Polo Obrero de la zona sur de Capital realizaron un corte de la avenida San Juan durante una hora y media.
En Chacarita, sobre la estación Federico Lacroze de la Línea B, numerosos trabajadores de esa línea y del taller Rancagua, junto a una importante brigada de la Coordinadora por la Vivienda del Polo Obrero de Almagro y delegaciones de Asambleas Populares de Belgrano, Villa Urquiza y Saavedra, realizaron dos importantes cortes de la avenida Federico Lacroze. Al mediodía y luego a las 14:30 horas, las insignias de los trabajadores de Metrovías del lugar y las banderas del Polo Obrero ondearon sobre los 150 compañeros que voceaban: fuera Ibarra y el 22 se para.
La jornada piquetera, de gran repercusión entre los trabajadores del subterráneo y la opinión pública, fue un ejemplo de lucha mancomunada de trabajadores ocupados y desocupados.


Corresponsal

"A la Banelco la vamos a quebrar"


Los partidos patronales quieren "cajonear" la lucha por las seis horas
La lucha de los trabajadores del subte por la jornada de seis horas es, a esta altura, una batalla en regla contra la "flexibilidad laboral" impuesta al conjunto de la clase obrera. El desconocimiento de las seis horas integró, en definitiva, el "paquete" de los contratos basura y de la liquidación de los convenios colectivos, para favorecer a los monopolios privatizadores como Roggio, Macri o Techint. Hoy, ese mismo régimen social se cae a pedazos y la lucha del subte le revela que la clase obrera saldrá a luchar por todas y cada una de las conquistas despojadas.
Es este alcance estratégico el que explica la oposición mortal a la "ley de las seis horas" por parte de los bloques que representan a la burguesía en la Legislatura de la Ciudad.
La expectativa de que el veto de Ibarra pondría un punto final a este episodio fue brutalmente desmentida por la acción de los trabajadores de Metrovías. Ibarra tuvo que valerse de todos los recursos de la extorsión para impedir que los diputados oficialistas "insistieran" en la sanción definitiva de la ley.
Si aquel episodio mostró al Ejecutivo de la Ciudad operando sin escrúpulos a favor de Roggio, la sesión realizada el pasado martes 22 sacó a la luz el esfuerzo desesperado de todos los bloques patronales por "enterrar" la ley de subtes. En esta oportunidad, mientras la Ucr y el Frente Grande prestaron quórum, para proponer que el despacho se archivara ("a comisión"), el bloque del PJ reclamaba "votar de una vez por todas", con plena conciencia de que no se reunirían los votos necesarios por el rechazo al veto. "No podemos tener a la Legislatura en vilo, sesión tras sesión, por este tema", sostenían los diputados del PJ. Pero es esto, justamente, lo que reclamaban los delegados del subte: es decir, mantener en la agenda legislativa a la ley de subtes, hasta quebrar - movilización mediante - la resistencia de los bloques oficialistas. El PJ demostró, así, su compromiso con la "gobernabilidad" reclamada por Ibarra y con la "patria contratista". La misma que le dio de comer a los Grosso y Domínguez en la Ciudad.
Sin embargo, el "cajoneo" fue desbaratado una vez más por los compañeros del subte. Cuando percibieron las intenciones de oficialistas y justicialistas, los obreros presentes hicieron tronar el "que se vayan todos", obligando a la interrupción de la sesión, frustrando la votación antiobrera y forzando a un nuevo cuarto intermedio. Fracasó así el intento por ponerle un "punto final" a esta batalla.
Es evidente, a esta altura, que la Legislatura buscará sesionar en secreto, impidiendo el ingreso de trabajadores, o hacerlo en otro lugar físico, al estilo del viejo Concejo Deliberante que debió ser disuelto. La crisis del subte desenmascaró, así, el carácter conspirativo de la supuesta "cámara de representantes del pueblo".
La lucha del subte ingresará en una nueva etapa, que exigirá del paro, de la unidad con el movimiento piquetero y de una movilización política integral hasta arrancar las seis horas y la insalubridad para todos los trabajadores.


M. R.

jueves, 17 de octubre de 2002

Histórica jornada de lucha en el subte

Después de numerosas asambleas y movilizaciones que lograron arrancar la Ley 871 a la Legislatura porteña, los trabajadores emprendimos una nueva lucha por la ratificación de la ley vetada por el negrero Ibarra.
Para lo cual el Cuerpo de Delegados decidió una movilización para el día 10, fecha en que la Legislatura debía tratar la insistencia de la Ley. La necesidad del paro contra el veto fue madurando en el Cuerpo de Delegados y un amplio sector del activismo. El mismo jueves a las 8:30 horas, el Cuerpo de Delegados junto a la comisión directiva de Uta, evaluando que había una firme posición de los diputados oficialistas (Ucr-Frepaso) de boicotear la insistencia de la ley, decide continuar con la marcha y realizar en todas las líneas un paro sorpresivo de 14 a 15 horas.
Mientras los trabajadores del turno mañana de Metrovías, junto al Polo Obrero y Asambleas Populares, se movilizaban y ejercían una fuerte presión sobre la Legislatura, que ya estaba sesionando, se largaba el paro, que tuvo un fuerte acatamiento en todos los sectores y fue garantizado por los delegados, pese al poco tiempo que medió entre la decisión y la ejecución.
En este sentido, debemos destacar la rápida respuesta de los trabajadores, que demostró que la idea del paro ya estaba madura; en algunos sectores se llegó a interrumpir los servicios cortando la vía. De esta manera se impuso el paro a pesar del intento de la patronal de continuar los servicios con los supervisores conduciendo los trenes.
Esta jornada histórica tuvo una segunda etapa: con más de 250 trabajadores dentro del recinto y con una cantidad superior de trabajadores de líneas de colectivos y piqueteros en las puertas del edificio, sesionó el Cuerpo de Delegados en un salón de la Legislatura para balancear el paro, la movilización y el trámite legislativo. Ante la confirmación de la enorme disposición de lucha de los trabajadores y la confirmación del boicot de la Alianza, se resolvió por unanimidad un nuevo paro de 18:30 a 20:30 horas. Esta decisión fue anunciada en una asamblea improvisada dentro del Palacio Legislativo, que en ese momento estaba objetivamente ocupado por los trabajadores (Metrovías, Rentas y Grissinópoli), y fue ratificada por aclamación. A partir de ese momento los delegados de las líneas bajaron a los túneles a garantizar la medida.
Debemos destacar que este segundo paro superó sorprendentemente al ya contundente paro anterior, sumando al Premetro y a la casi totalidad de las boleterías.
Los trenes quedaron paralizados en todas las estaciones de la ciudad de Buenos Aires, y en algunos sectores los supervisores y una insignificante cantidad de carneros fueron expulsados por los trabajadores para impedir que movieran los trenes. Eso preanuncia cómo se va a desenvolver la lucha en los próximos días contra el gobierno de Ibarra y sus secuaces, y su mandante Aldo Roggio.


Charly Pérez

Los trabajadores del subte ponen contra las cuerdas a un gobierno fundido


La lucha de los trabajadores del subte por la jornada de seis horas ha desatado una colosal crisis política en el Estado de la ciudad. En la sesión legislativa del pasado jueves 10, los radicales y el Frepaso "desaparecieron" del recinto, para no sumar a los cuarenta votos que se requerían para ratificar la ley vetada por Ibarra. Mientras tanto, la ciudad era sacudida por un paro absolutamente masivo de las cinco líneas de subte.
Por primera vez en mucho tiempo, funcionó en el oficialismo la disciplina de bloque. "La Alianza - señaló Altamira en la sesión - había sido quebrada por el pueblo los días 19 y 20 de diciembre pasados. Aquí, en la Legislatura, ya no existía más. Pero anoche, en las dependencias de la Jefatura de Gobierno, el señor Ibarra la reconstruyó por un día. Han desenterrado el cadáver putrefacto de la Alianza, y lo hacen vivir un día, nada más que para atacar y derrotar las reivindicaciones del movimiento obrero".
Para salvar su veto a la ley de subtes, Ibarra tuvo que convocar a una reunión de urgencia a los diputados radicales y frepasistas, en la noche anterior a la sesión. El conciliábulo tuvo la presencia del Coti Nosiglia, es decir, el representante directo de la "patria contratista" dentro de las filas de la Ucr. "Si ustedes ratifican la ley de subtes - les dijo Ibarra - , ponen en riesgo la gobernabilidad de la ciudad." Es decir que sólo continuaría gobernando si es al servicio de los Roggio y las cliques capitalistas que lucran del presupuesto público. Para defender esa orientación, los diputados de la ex Alianza - que en un 90% habían aprobado la ley de subtes en primera instancia - debían ahora desdecirse y "vaciar" la sesión. Es decir que Ibarra-Nosiglia desataron un verdadero golpe de Estado contra la Legislatura, los trabajadores del subte y sus millones de usuarios.

Acción obrera

Ibarra tuvo que intervenir de este modo porque la ratificación de la ley de las seis horas era, a esa altura, imparable. Los delegados del subte acababan de sostener una dramática reunión con los diputados del bloque radical, donde colocaron sobre la mesa las más de 40.000 firmas recogidas entre los usuarios apoyando la devolución de la conquista de las seis horas. "¿Van a optar por esto, por el reclamo de trabajadores y pasajeros, o le van a tirar un salvavidas a un gobierno fundido, al que sólo defienden los Roggio y sus colegas?", les señaló uno de los delegados. Luego de horas de deliberación, el bloque radical había resuelto "insistir" en la ley, lo que desencadenó la posterior intervención de Ibarra.
A esa misma hora, las asambleas de Metrovías resolvían el paro para el día de la sesión. En esas horas, tomó estado público un pacto entre los principales bloques legislativos - suscripto cuando asumió Ibarra hace dos años - , asegurando que ningún veto del Ejecutivo sería rechazado durante su gestión. Es decir, Ibarra puso como condición de "gobernabilidad" el sometimiento permanente de la Legislatura. Naturalmente, la ratificación de la ley de subtes colocaba en crisis ese "principio".

Hay que tirarlo

La crisis impuesta por la acción obrera también se encargó de poner sobre el tapete la sospecha que recorre a todas las oficinas de la Ciudad: detrás de cada uno de los bloqueos a las seis horas está la mano - y sobre todo la caja - de los Roggio. Altamira realizó por primera vez esta denuncia en una reunión de presidentes de bloque, cuando se pretendió postergar, hace dos meses, el tratamiento de la ley de subtes. Uno de los motivos que había empujado a una parte de los diputados radicales a ratificar la ley fue, precisamente, desmarcarse de los rumores de corrupción que crecían en toda la Legislatura. Pero este intento de "saltar del barco" retrata, como ninguna otra cosa, a un gobierno quebrado y descompuesto. El gobierno de Ibarra es la junta de negocios de la banca Morgan, Metrovías y los capitalistas del juego. "Ibarra igual a Hambre", pintan los compañeros de La Boca. "Ibarra igual a Roggio", pintan los compañeros del subte. El repudio popular al gobierno ha comenzado a sacar a la luz los arreglos privados y corruptelas de las pequeñas "juntas de negocios" que funcionan en cada repartición: los negociados inmobiliarios a costa de los sin techo; los negociados con los concesionarios de la alimentación a costa de los comedores de hospitales y escuelas; los negociados con la patria contratista a costa de los trabajadores y usuarios. La lucha del subte coloca sobre el tapete toda esta podredumbre. Por eso, y para imponer definitivamente las seis horas, tenemos que recurrir a una gran movilización de conjunto, interesando a todos los explotados de la ciudad que están siendo agraviados por el gobierno de Ibarra. ¡Seis horas ya! Fuera los agentes de Roggio, Fuera Ibarra. El 22 de octubre próximo, todos a la Legislatura, a exigir la ratificación de la ley.

M.R. 

jueves, 10 de octubre de 2002

Contra el veto de Roggio-Ibarra

Los obreros de Metrovías han iniciado una nueva etapa de la lucha por la vigencia definitiva de la jornada de 6 horas en los subterráneos. Una vez conquistada, con una enorme movilización, la ley que impone la reducción de la jornada, ahora van contra el veto de Ibarra.
El veto respondió exclusivamente a la connivencia del Ejecutivo ibarrista con los intereses de Benito Roggio, la empresa que tiene la concesión del subterráneo. La fundamentación del veto se pierde en divagaciones sobre la constitucionalidad de la ley y sobre la incumbencia o no del Gobierno de la Ciudad en reformas laborales, pero esquiva la cuestión de las condiciones estructurales de insalubridad del trabajo subterráneo.
La Dirección de Protección del Trabajo, que fundamentó el veto, refiere haber iniciado investigaciones sobre las condiciones ambientales en la actividad, esto después de innumerables denuncias de todo tipo que se han acumulado durante varios años. Queda claro que el gobierno de Ibarra es un agente de la "patria contratista" que se nutre del presupuesto capitalino y le ha dado la espalda a los intereses de los trabajadores, de los usuarios y de toda la población que apoya la reivindicación de los trabajadores.
El hecho de que la Comisión de Asuntos Constitucionales haya dado un despacho a favor de la insistencia en la ley en minoría, muestra que la Legislatura está dispuesta a "cajonear" la Ley. El cuerpo de delegados de Metrovías está organizando una nueva movilización masiva para arrancar el voto contra el veto, para el jueves 10 sobre la Legislatura, fecha en que el tema debería volver al recinto para considerar el veto del Ejecutivo. Las asambleas preparatorias por línea están mostrando una disposición de lucha de los trabajadores. Una vez más el destino de esta lucha está en sus manos, ya que la dirección de la Uta no ha mostrado ningún interés real en impulsarla.
La Asamblea Nacional de Trabajadores del pasado 28 y 29, resolvió apoyar la movilización, con una columna de organizaciones piqueteras.
El Partido Obrero apoya esta movilización y llama a convertirla en una gran jornada obrera y popular por el triunfo de los obreros del subte y contra la política del negrero Ibarra, con el aporte de asambleas populares, organizaciones estudiantiles y demás organizaciones sociales.


S. V.

Las seis horas, en un momento decisivo

La Comisión de Asuntos Constitucionales de la Legislatura emitió un dictamen en minoría por la "insistencia" en la ley de reducción de la jornada en el subte. Se trata de la primera vez, bajo el actual cuerpo legislativo, que se plantea el rechazo a un veto del Ejecutivo. Los delegados sindicales concurrieron masivamente a Asuntos Constitucionales. También desfilaron abogados constitucionalistas y laboralistas que refutaron jurídicamente los fundamentos del veto. Altamira presentó un documento que impugna política y jurídicamente las pretensiones del gobierno.
Pero la Comisión se expidió "en minoría", sin la firma de los representantes del justicialismo y con una representación parcial de los radicales. Ni qué decir que los "ibarristas" del Frente Grande tampoco aportaron al rechazo del veto. Es decir que los legisladores de los bloques patronales se han aferrado a la resolución de Ibarra. Es evidente que la insistencia plantearía una crisis política en la Ciudad, ya que tomó estado público la existencia de un "pacto no firmado" entre el oficialismo y el PJ cuando asumió esta Legislatura, en el sentido de que los vetos nunca serían rechazados. Los legisladores no quieren golpear la "gobernabilidad" de Ibarra, cuyo "nivel de consenso" sólo alcanza a los grupos contratistas como Roggio y a los privatizadores de toda laya. Las seis horas representan un golpe brutal sobre el régimen de la flexibilidad laboral y la superexplotación obrera, que los actuales representantes de Rodríguez Saá, Kirchner y Terragno defendieron a muerte bajo Menem o De la Rúa.
En estas condiciones, el Cuerpo de delegados del subte prepara para el jueves 10 una gran acción obrera. Se marchará, desde cada línea y taller, hacia la Legislatura. La iniciativa estará acompañada por el Bloque Piquetero, que resolvió en su última Asamblea Nacional apoyar esta acción de lucha de los trabajadores del subte. Como lo señalamos en Prensa Obrera en julio pasado: "Las seis horas exigirán un piquetazo".


M. R.