jueves, 15 de julio de 1999

Surge la Coordinadora

Las tres agrupaciones que en la reciente lucha de los trabajadores de Metrovías impulsaron la defensa de un trabajador despedido, han resuelto constituir una Mesa Coordinadora, a la que saludamos fervorosamente. En un comunicado, que transcribimos a continuación, denuncian que la campaña de ‘amenazas de bombas’, que se ha lanzado últimamente, es utilizada para justificar una ofensiva de persecuciones contra el activismo gremial.


Sobre las amenazas de bomba
Como es de público conocimiento, desde hace un par de semanas, se vienen efectuando una serie de amenazas de bomba contra las cinco líneas de subterráneos.
Según informan distintos medios, tanto el Ministerio del Interior como la Side atribuyen estas amenazas a "empleados de la propia empresa Metrovías" y que "un grupo de activistas enfrentados a la conducción del gremio está bajo sospecha".
Como también es de público conocimiento —en el ámbito de subterráneos— quienes integramos las agrupaciones Desde Abajo, Trabajadores de Metrovías y El Túnel somos trabajadores que efectivamente estamos enfrentados tanto a las políticas de la empresa como a las de la conducción del gremio, por lo tanto seríamos quienes estamos ‘bajo sospecha’ según las especulaciones de los servicios de inteligencia.
Por esta razón es que nos vemos en la necesidad de repudiar públicamente el intento del gobierno y Metrovías de involucrar a las agrupaciones opositoras a la empresa y a la conducción del gremio con las amenazas de bomba.
Hacemos público este repudio porque no descartamos que la empresa intente montar alguna provocación contra quienes venimos enfrentando consecuentemente sus políticas de despidos —como la que sufrió nuestro compañero Méndez—, de tercerización y de eliminación de puestos de trabajo. No nos olvidemos de los supuestos actos de corrupción fabricados por la empresa y filmados con cámaras ocultas made in Bartolomé Mitre.
Y además le exigimos a la conducción del gremio que repudie públicamente cualquier intento de vincular a cualquier trabajador de Metrovías con las amenazas de bomba.

Coordinadora de Agrupaciones Opositoras
(Agrupaciones Desde Abajo, Trabajadores de Metrovías, El Túnel)

viernes, 4 de junio de 1999

Un triunfo que estaba al alcance de la mano


El conflicto del subterráneo se cerró con el despido del conductor Méndez, al que la empresa culpó del choque de trenes ocurrido en Palermo semanas atrás. El lunes 3 de mayo, un paro casi total por la reincorporación del compañero, impulsado por el activismo de base y votado en el cuerpo de delegados, amenazaba con extenderse por tiempo indeterminado. El contragolpe vino con 236 telegramas de despido de huelguistas y una conciliación ministerial, con los despedidos adentro, con excepción del conductor, que fue rápidamente aceptada por la burocracia.
Durante el período de conciliación un sector de delegados, ligados a la burocracia de UTA, hicieron una intensísima campaña por la aceptación de la propuesta patronal: la reincorporación de los despedidos, pero no del conductor Méndez, para el que ofrecía una indemnización superior a la de ley y un trabajo en otra empresa. Los telegramas fueron, quedaba claro, una medida de presión para imponer el primer despido, como reafirmación del ‘derecho’ patronal de despedir "sin causa".
Los delegados de la burocracia y de un sector que se reivindica de izquierda, protagonizaron un derrumbe político y moral completo, entregando a Méndez como chivo expiatorio de la responsabilidad patronal frente a la desastrosa situación en materia de seguridad en Metrovías.
Un triunfo completo, sin embargo, estaba al alcance de la mano. La empresa había reconocido públicamente que en el accidente no hubo errores humanos; la Comisión de Regulación del Transporte acababa de multar con 900 mil pesos a Metrovías por múltiples accidentes en el subterráneo y en el Ferrocarril Urquiza, de la misma concesionaria; las calles estaban cortadas y ocupadas por masas de estudiantes y el gobierno, en crisis, retrocedía.
Un golpe de gracia

En este punto la mayoría burocrática del cuerpo de delegados vino en auxilio de la patronal y le sacó las papas del fuego con una maniobra antiobrera. Contra la propuesta de asamblea general de los delegados combativos, impuso una votación por urna, en todas las líneas, medida favorable a la patronal; ya que la mera propuesta del voto secreto es una señal clara de que la conducción no está dispuesta a luchar.
Una cantidad de sectores reaccionó contra esta postura capituladora, mediante asambleas, pronunciamientos y comisiones de activistas que recorrieron las líneas en favor de la reincorporación sin excepciones. En el cuadro armado por la patronal y la burocracia en 20 días de conciliación, no lograron imponer la idea de defender a Méndez, saliendo de nuevo al paro, si fuera necesario. Aun en estas condiciones, el 22% de los compañeros rechazó la propuesta patronal.
No se trata de una derrota neta de los trabajadores. La patronal tuvo que emplear recursos extremos, amenaza de despidos masivos, conciliación ministerial, refuerzo policial, a la burocracia como parachoques, campaña de jefes y alcahuetes, indemnización extraordinaria. Demasiados cartuchos para despedir a un solo trabajador según la ley.
Por el lado obrero, la lucha por la reincorporación de Méndez dejó más y mejor organización del activismo, expresado en declaraciones de la Coordinadora de delegados y activistas. Nunca hubo un escrache tal de los delegados burocráticos, incluidos los orientados por el Mas, que fueron la vanguardia del bloque pro–patronal con el aporte de la consulta secreta por urna.
Esta ‘victoria a lo Pirro’ de la patronal, le va a traer más inconvenientes que ventajas. Hay que preparar a fondo la organización del activismo, para dar batalla contra las condiciones de inseguridad e insalubridad, por la jornada de 6 horas, contra el despido de guardas y boleteros, que está en la agenda patronal, y contra la tercerización de sectores. En ese camino hay que barrer del cuerpo de delegados a los elementos capituladores y alcahuetes.

Corresponsal

jueves, 6 de mayo de 1999

Subterráneos: Gran paro contra la arbitrariedad patronal

El paro de los subterráneos que se produjo el lunes 3 a partir del mediodía y se fue extendiendo por todas las líneas, se originó en la reacción de los trabajadores contra el despido del conductor que, hace pocos días, fue una víctima más del choque de trenes en la línea D. Víctima, igual que los pasajeros, de la improvisación criminal de la patronal y la falta de condiciones de seguridad reinante en la empresa.
Los delegados se habían movilizado en esa oportunidad para sacar al conductor de la comisaría, donde estuvo detenido, al tiempo que denunciaban públicamente la responsabilidad empresaria del accidente. Se trataba de una prueba de trenes en horario pico y con pasajeros, sin los elementos de seguridad imprescindibles (reductor de velocidad, frenado automático). Tanta era la evidencia que Metrovías se vio obligada a retractarse de sus primeras declaraciones sobre la existencia de "errores humanos" en el choque.
Todo esto en una empresa monopólica, a la que el gobierno acaba de extenderle el contrato, incluyendo un aumento inmediato del 20% del cospel.
El cuerpo de delegados votó el paro por tiempo indeterminado hasta la reincorporación del compañero. A medida que se iban paralizando las tareas en la tarde del lunes, la patronal enviaba decenas de telegramas de despidos de huelguistas. Al cierre de esta edición, el Ministerio de Trabajo decretaba una conciliación obligatoria con los despedidos trabajando, a excepción del conductor que percibirá sus haberes, sin tomar servicio. Se abre un período de preparación de la lucha para reintegrar al despedido. Es fundamental la agitación pública sobre las condiciones de inseguridad, consecuencia de la improvisación patronal y la "tercerización" de trabajos que se practican desde la privatización.

Corresponsal